Silvia Romero-IDL
Si hay un término que se emplea hace ya tiempo para definir la semejanza y cercanía entre las mujeres es la “sororidad”, la cual se traduce en hermandad, confianza, fidelidad, apoyo y reconocimiento entre mujeres para construir un mundo diferente. Percibirse como iguales, aliarse y compartir y sobre todo cambiar su realidad (Lagarde: 2004). Sentir a la otra como una misma, identificarse con ella, en consecuencia con sus problemas, dramas y tragedias, lo bueno y lo malo.
Yo me pregunto cuánto de sororidad existe en Keiko Fujimori frente a las más de mil quinientas víctimas de violación sexual ejecutadas por agentes del Estado durante el gobierno de su padre; cuánto de sororidad existe en Keiko Fujimori frente a las más de 250, 000 mujeres esterilizadas a la fuerza y que ya no podrán tener más hijos. Esto gracias a la política de Estado implantada por Alberto Fujimori para reducir las tasas de natalidad -de la que ella no fue víctima y gracias a ello pudo tener dos hijas-.
Si ella hubiera sido víctima de violación sexual por agentes del Estado, si ella hubiera sido esterilizada, si ella fuera parte del grupo de mujeres que creemos en nuestros derechos y que luchamos por ellos, no estaría en este momento reivindicando y representando un gobierno que no solo exacerbó la violencia que históricamente ha existido sobre nosotras sino que practicó sobre nuestros cuerpos las más graves violaciones a los derechos humanos.
En una reciente entrevista dominical le preguntaron a la candidata presidencial por la denuncia que hizo su madre por las torturas de las que fue víctima por disposición de su padre Alberto Fujimori. Ella solo se limitó a sostener que, en la pelea de pareja ella no iba a ahondar pero que el tema ya había sido investigado y desestimado. ¿Investigado por quién? ¿Por el Ministerio Público intervenido por el gobierno que lideraba su padre?
Por qué cuándo su padre grita que es inocente, ello lo repite a viento y marea, inscribe su partido, lanza su candidatura presidencial, reivindica su gobierno e insiste en que agotará todos los medios para que sea liberado, pese a que tiene una sentencia firme. Por qué cuando su madre dice que fue torturada en el Pentagonito –al igual que muchas otras víctimas- ella la deslegitima, la reemplaza en el cargo, se queda al lado de su padre. Ahora dice que ese tema ya fue investigado y desestimado pese a las declaraciones directas de Susana Higuchi que nunca ha desmentido las evidencias físicas, pruebas tangibles de que ocurrió. ¿Por qué a tu padre si, por qué a tu madre no?
Si Keiko Fujimori no es, ni fue, capaz de identificarse con su madre, si no salió en su defensa, si ahora solo la utiliza para la foto, si el término sororidad no existe frente al ser que la puso en este mundo ¿crees tú que se pueda identificar contigo, crees tú que te pueda representar?. ¿Podemos creer en su “palabra de mujer” o “palabra de madre” como reza su spot publicitario? Un punto más en contra de ella.
Yo me pregunto cuánto de sororidad existe en Keiko Fujimori frente a las más de mil quinientas víctimas de violación sexual ejecutadas por agentes del Estado durante el gobierno de su padre; cuánto de sororidad existe en Keiko Fujimori frente a las más de 250, 000 mujeres esterilizadas a la fuerza y que ya no podrán tener más hijos. Esto gracias a la política de Estado implantada por Alberto Fujimori para reducir las tasas de natalidad -de la que ella no fue víctima y gracias a ello pudo tener dos hijas-.
Si ella hubiera sido víctima de violación sexual por agentes del Estado, si ella hubiera sido esterilizada, si ella fuera parte del grupo de mujeres que creemos en nuestros derechos y que luchamos por ellos, no estaría en este momento reivindicando y representando un gobierno que no solo exacerbó la violencia que históricamente ha existido sobre nosotras sino que practicó sobre nuestros cuerpos las más graves violaciones a los derechos humanos.
En una reciente entrevista dominical le preguntaron a la candidata presidencial por la denuncia que hizo su madre por las torturas de las que fue víctima por disposición de su padre Alberto Fujimori. Ella solo se limitó a sostener que, en la pelea de pareja ella no iba a ahondar pero que el tema ya había sido investigado y desestimado. ¿Investigado por quién? ¿Por el Ministerio Público intervenido por el gobierno que lideraba su padre?
Por qué cuándo su padre grita que es inocente, ello lo repite a viento y marea, inscribe su partido, lanza su candidatura presidencial, reivindica su gobierno e insiste en que agotará todos los medios para que sea liberado, pese a que tiene una sentencia firme. Por qué cuando su madre dice que fue torturada en el Pentagonito –al igual que muchas otras víctimas- ella la deslegitima, la reemplaza en el cargo, se queda al lado de su padre. Ahora dice que ese tema ya fue investigado y desestimado pese a las declaraciones directas de Susana Higuchi que nunca ha desmentido las evidencias físicas, pruebas tangibles de que ocurrió. ¿Por qué a tu padre si, por qué a tu madre no?
Si Keiko Fujimori no es, ni fue, capaz de identificarse con su madre, si no salió en su defensa, si ahora solo la utiliza para la foto, si el término sororidad no existe frente al ser que la puso en este mundo ¿crees tú que se pueda identificar contigo, crees tú que te pueda representar?. ¿Podemos creer en su “palabra de mujer” o “palabra de madre” como reza su spot publicitario? Un punto más en contra de ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario