Jerónimo Centurión
Sin duda, los dos periodistas que más he admirado en la televisión peruana son César Hildebrandt y Jaime Bayly. Ambos, a su estilo, exhibieron un nivel de irreverencia, independencia y rebeldía que considero indispensables en un país como el nuestro, donde hay tanto por investigar y tantos tabúes que derribar.
Jamás podré olvidar la noche de 1,998 a través de canal 13, cuando Hildebrandt se enfrentó telefónicamente con Genaro Delgado Parker. El dueño del canal trató de intimidarlo diciéndole que él debía acatar su rol de asalariado, ante lo cual Hildebrandt lo llamó gamonal y renunció al aire.
En la misma línea, en 1,985, Jaime Bayly, a sus 20 años, le preguntó al candidato favorito Alan García, si recibía tratamiento psiquiátrico. La "insolencia" le costó el puesto en Panamericana Televisión.
Al igual que Hildebrandt, Bayly recaló en diferentes canales de televisión. Pero, a diferencia de él, Bayly incursionó en el periodismo de entretenimiento con enorme éxito. La clave: su irreverencia, indisciplina e independencia. Cómo olvidar su beso en los labios con Coco Marusix. Incomodó a su mamá, a los dueños del canal, a la iglesia conservadora e impulsó, probablemente de manera inconsciente, los derechos y la dignidad de los homosexuales. Fue genial.
Su paso por Frecuencia Latina convertido en Francotirador fue igual de independiente, insolente y exitoso. Se burló a su antojo de la clase política y su salida del canal 2 se debió, principalmente, a su posición incómoda contra el actual gobierno y a su apoyo a Villarán, una candidata que le generaba miedo al dueño del canal.
Este domingo vi por primera vez al nuevo programa de Bayly en América y me dio pena. No es la primera vez que critica con dureza una candidatura. Lo hizo con Lourdes Flores. Pero, reitero, su posición en ese momento era incómoda para la mayoría de directivos del canal y para el propio Gobierno.
Confieso que tenía expectativas por el regreso a la tv de uno de mis periodistas preferidos. Tal vez por eso la noche del domingo sentí pena. Por primera vez en 20 años vi a un Bayly recargado de un entusiasmo artificial. Más reiterativo que de costumbre. Pero, sobre todo, no lo vi reír ni una sola vez.
Los periodistas tenemos derecho de tener y expresar nuestra posición política. Es más, sospecho del periodista que dice carecer de ella.
El programa de Bayly del último domingo me parece completamente legítimo. Creo que quedó clarísimo que el candidato Humala, quien se encontraba en Seúl como agregado militar, no condenó en la entrevista que concede a RPP el "Andahuaylazo" que lideró su hermano y que terminó con la vida de 4 policías.
Sin embargo, me apena que después de más de 20 años en la televisión, Bayly, realice, por primera vez, un programa que debe tener más que contentos a su mamá, al gobierno, a Rafael Rey, al dueño del canal y al cardenal Cipriani.
Mientras tanto, periodistas opositores como Hildebrandt, siguen batallando con un semanario sin publicidad, sostenido apenas por sus lectores. Paradojas del sistema.
Ese es el "democrático" PAP, que veta periodistas que pueden resultar incómodos.
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