sábado, 7 de mayo de 2011

En defensa de Mario Vargas Llosa


Por Gian Carlo Orbezo Salas

En esta campaña de segunda vuelta llueven críticas y reproches al escritor Mario Vargas Llosa por su apoyo a la candidatura presidencial del ex comandante Ollanta Humala frente a su rival,
Keiko Fujimori, hija del ex dictador Alberto Fujimori. Quienes respaldan a Doña Keiko (el escritor Jaime Bayly, el ex congresista Rafael Rey) afirman que aún está “resentido” por su derrota electoral de 1990 contra Fujimori.
Veamos: recibido el Premio Nobel de Literatura y ya en el Perú, Vargas Llosa criticó duramente a la hija de Fujimori. Veía a Humala, aliado de la izquierda radical, y Doña Keiko como serias amenazas a la libertad, la democracia y los derechos humanos, pero a ella la creía con mayor posibilidad de llegar al poder.
Vargas Llosa no intervino durante la campaña de primera vuelta hasta la última semana cuando él, Javier Pérez de Cuellar (Presidente del Consejo de Ministros de Valentín Paniagua), el pintor Fernando de Szyszlo y el escultor Víctor Delfín respaldaron al candidato presidencial y ex presidente Alejandro Toledo. Incluso se rumorea que envió al abogado Roberto Dañino, el economista Raúl Salazar y el arquitecto Frederick Cooper para pedir al economista Pedro Pablo Kucyznski que declinara su candidatura (no lo voté por su mala propuesta tributaria y laboral, su apoyo a la protección patrimonial de las azucareras, su rechazo a la Central Hidroeléctrica de Inambari y el puerto de Ancón y sus críticas a la Comisión de la Verdad y Reconciliación) y apoyase a Toledo ante el temor que Humala y Doña Keiko pasaran al balotaje.
Tras el resultado que confirmaba el temido escenario y empezar Humala a “moderar” su discurso, Vargas Llosa insinuó que podría votar por él, porque jamás lo haría por la rival, a quien considera heredera de la corrupción y el autoritarismo del padre. Semanas después dijo desde Argentina, donde estaba con su esposa, su hijo-escritor Álvaro, el periodista Federico Salazar, el ex diputado Enrique Ghersi (abogado pro-mercado que en 2010 apoyó la candidatura socialista democrática de Susana Villarán a la Alcaldía de Lima) y el economista J. J. Garrido Koechlin, que votaría por Humala y pidió el voto de más peruanos.
En esa declaración, expresó el temor que Humala en el poder nacionalice empresas, espante la inversión privada, atente contra la libre expresión, someta al Estado y se reelija indefinidamente, pero también la esperanza que la “moderación” sea real, no aplique su Plan de Gobierno velasquista y se acerque a Brasil y no a Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua.
Aunque discrepo con Vargas Llosa, tiene autoridad moral, porque no es un izquierdista moderado que se ha “radicalizado”, un oportunista, un resentido social o un indiferente hacia el país. Tampoco sigue órdenes de Toledo.
Además, nunca se sumó a esas voces en la prensa y la intelectualidad que se pasaron los últimos cinco años sin reconocer méritos al Poder Ejecutivo y sus políticas públicas y defendió al Presidente de la República y su Gobierno cuando lo creía necesario.
Si Vargas Llosa tomó la decisión correcta, sólo el tiempo lo dirá.

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